lunes, 30 de junio de 2014

Llega el verano: Cartas de Islandia, 1936


Llega el verano y esta será la última publicación hasta septiembre, salvo que surja algún tema “urgente” o muy interesante durante estos meses.

Como el verano suele ser tiempo de lectura qué mejor que un libro para “coger vacaciones”.

En 1936, Wystan Hugh Auden y Louis MacNeice, “dos de los mayores y más reconocidos poetas en lengua inglesa del siglo XX” se fueron de turistas a Islandia. Fruto del viaje fue el libro “Cartas de Islandia”, publicado por primera vez en 1937.

En palabras de la traductora, Menchu Gutiérrez, “han sido numerosos los problemas de traducción planteados por este libro, y la primera advertencia que es preciso hacer al lector es que, para mantener en lo posible la frescura y extraordinaria libertad del original, la traducción ha debido, también donde lo ha creido posible, tomarse ciertas libertades (…) Es posible que el lector eche en falta notas explicativas (…), pero tampoco éstas aparecen en las distintas ediciones inglesas que del libro se han hecho y que asfixiarían la frescura del texto (…) una edición crítica arruinaría un texto de gran heterodoxia, que brilla precisamente por su extraordinaria desinhibición, y que lo convertiría en una pieza de museo”.

Cartas de Islandia es un libro de viajes. De viajes y de versos. De viajes, de versos, de impresiones, de opiniones literarias, de otro tipo de opiniones, etc. Resumiendo: es un cajón de sastre. Aquí hay de todo y, en consecuencia, se encuentra de todo. Basta con meterse un poco dentro del cajón para encontrarse con sorpresas, obviedades, ingeniosidades, impertinencias, consideraciones excepcionalmente brillantes y, en general, con maravillas. No olvidemos que sus autores son dos grandes poetas que, en 1936, ya están hechos, y aunque se comportan como jóvenes, con desenvoltura y humor juvenil, han superado la edad de Keats y de Shelley.

Una curiosidad sobre este libro es que en la película "Away from Her" (Lejos de ella, 2006), en varias escenas se hace referencia al libro. El protagonista, cuya esposa sufre de la enfermedad de Alzheimer, lee pasajes del libro, que - hasta que ella perdió la memoria - era muy querido por los dos.

Reflejar el contenido de las 287 páginas del libro resulta suficientemente complejo como para limitarme a seleccionar algunos textos. ¡Vámonos a la Islandia de 1936!.

De la “Carta a Lord Byron”

(…) ¿Por qué escribirle precisamente a usted?
Al principio debo volver para contestar esta cuestión,

al momento en que hacía las maletas, pues bien,
calcetines, matamoscas, una lata de té chino y el neceser
ya estaban empaquetados cuando se me encendió la lámpara:
¿qué libros –me pregunté- leeré en Islandia?

En ciertos barrios había oído el rumor (por otra parte muy poco ingenioso) de que los islandeses no se distinguen por su humor.
Sabía que el país era extremadamente montañoso 
y que el clima era frío, húmedo y brumoso,
así que buscando una lectura no muy complicada
me topé con la suya, que estimo amable y civilizada.

De la “Carta al señor Christopher Isherwood

“Háblame de los jóvenes islandeses. ¿Qué piensan?¿Cuáles son sus ambiciones?


Como raza no creo que los islandeses sean muy ambiciosos. A algunos de sus profesionales les gustaría llegar a Europa; la mayoría prefiere quedarse donde está y hacer algún dinero. En comparación con lo que sucede en la mayoría de los países, en Islandia hay muy poco desempleo. Mi impresión general del islandés es que se trata de una persona realista, poco romántica y poco idealista. A diferencia del alemán, el islandés no siente el anhelo romántico del sur, y me resulta difícil imaginarlo con un uniforme. (…) La dificultad en encontrar cualquier clase de trabajo en un país europeo tiende a hacer de sus habitantes personas irresponsables y predispuestas al patriotismo fanático, por el contrario, el islandés es rara vez irresponsable, porque la irresponsabilidad de un granjero o de un pescador significaría su ruina.

De la “Carta a Graham y Anne Shepard

(…) desde la Puerta del Ártico 
(…)
Pero ¿qué hago aquí? Qu`allais-je faire
entre estas rocas volcánicas y este aire ?
¿Por qué ir al norte cuando Chipre y Madeira
si no de facto de jure están mucho más cerca?
La razón de esta presencia escapa a toda cordura,
no hay árboles aquí, ni trenes, ni arquitectura,
poco conocidas son la fruta y la verdura,
y la pobreza limita la bondad de la cultura;
(…)
Aquí es posible tomar un respiro, descansar junto a un lago,
admirar fotogramas de la vida o imágenes del fuego helado;
entre estas rocas, la lengua pronuncia retazos de pensamientos
que no han sido maltratados por cientos, o trozos de irreflexión
 (…)
Aquí es posible practicar la desmemoria sin sentirse culpable

De “Información para turistas”

Pescado: El pescado en salazón es un alimento básico en Islandia. Debe deshacerse con los dedos y comerse con mantequilla. Su grado de dureza varía. La clase más dura sabe a uña de pies, y la más blanda a dureza de la planta de los pies.

Carne: (…) En las granjas más pobres, sólo se consigue Hángikryl, es decir, carnero ahumado. Éste resulta, comparativamente, menos dañino cuando está frío, porque sólo sabe a hollín; su versión caliente requiere a un hombre verdaderamente hambriento.

Curiosidades: Para los curiosos, existen dos platos islandeses que no deben dejar de probar. Uno es el Hákarl, tiburón medio seco y medio podrido. Éste es blanco por dentro, tiene una piel áspera y punzante, y es duro como una bota vieja. Debido a su olor, debe comerse en el exterior.. Se raspa con un cuchillo y se come con brandy. No puedo pensar en un sabor más parecido al de la crema para el calzado. El segundo plato es el Reyngi. Consiste en cola de ballena marinada en leche agria durante un año más o menos. Si tiene intención de probarlo no visite una central ballenera antes.

Para los automovilistas: Para los que consideran el automóvil un buen medio de transporte para visitar lugares y no como un fín en sí mismo, para las personas que buscan unas vacaciones que se salgan de lo corriente, quizá haya peores elecciones que Islandia.

De “Gavillas del país de las sagas”

Islandia es real.<<Islandia no es un mito; es una porción sólida de la superficie de la tierra>>.

¿A qué se parece Islandia?. <<A veces los escolares dibujan el mapa de Islandia como un pato marino salvaje que graznara con el pico bien abierto>>.

Impresiones de la Edad Media. <<Hablar de Islandia es un tanto inncesario, excepción hecha del pescado en salazón>>.

Sobre el paisaje. <<Sólo en Islandia uno está realmente solo, y los grandes espacios despoblados y desiertos contagian parte de su terrible calma al espíritu. Era como escuchar una música noble , aunque confusa y difícil de seguir. Si el paisaje italiano es como Mozart; si en Suiza, lo dulce y lo sublime se corresponden artísticamente con Beethoven; podríamos tomar Islandia como el modelo de naturaleza musical de los modernos, pongamos un Schumann en su expresión más salvaje y extraña>>.

La palabra islandesa más larga. Haestarjettarmalaflutunesmanskifstofustulkonutidyrallykill; la llave de la puerta de la calle de una muchacha que trabaja en la oficina de un abogado.

Islandia es segura. <<Las erupciones son muy raras, e incluso, cuando se producen, tienen una duración muy breve. Los viajeros, por tanto, no deben preocuparse demasiado por este particular>>.

En el centro de Islandia sólo se encuentran tres tipos de paisaje: el pedregoso, el más pedregoso y el pedregoso del todo. (…) Las piedras tienen un tamaño inconveniente, una forma inconveniente, un color inconveniente y son demasiado numerosas. No son lo bastante grandes para impresionarte, ni demasiado pequeñas para negociar con ellas.


De la “Carta al señor Kristjan Andresson”

“(…) En Reikiavik le hice la promesa de que le enviaría mis opiniones sobre su país, y ahora que estoy de nuevo en casa me esforzaré por cumplirla (…) la distancia remota a la que se encuentra Islandia, unida a su historia literaria y política, hace que sus visitantes, si es que se visita, tengan fuertes ideas preconcebidas, de carácter romántico normalmente. (…) Como pretendo ser franco sobre las cosas que no me gustaron, debo decir de inmediato que disfruté muchísimo de mi visita; que, salvo en una ocasión sin importancia, sólo encontré amabilidad y hospitalidad, y que, por lo que se refiere a sus gentes, no preferiría a otras para vivir un hipotético exilio".

W.H.Auden, 1965

"En abril de 1964, volví a visitar Islandia. Naturalmente esperaba encontrarla cambiada, pero los cambios superaron todas mis expectativas. Durante la última guerra, la isla fue ocupada, primero por los británicos y después por los americanos. Una ocupación militar, al margen de quién la lleve a cabo, nunca es un asunto agradable para el país ocupado pero, en el caso de Islandia, trajo consigo un beneficio. Al encontrarme con uno de mis antiguos guías, ahora profesor de escuela, le pregunté cómo había sido la vida durante la guerra. <<Hicimos dinero>> me contestó. Y la prosperidad que comenzó entonces ha crecido desde que Islandia se convirtió en una república independiente.
La Reikiavik de hoy es muy diferente de la ciudad bastante zarrapastrosa que recordaba. En muchas ciudades, la arquitectura moderna sólo consigue hacernos sentir nostalgia de la antigua, pero éste no es el caso de Reikiavik (…).
Aquellos que deseen hacer duras caminatas por el desierto todavía podrán hacerlo, aunque ahora existen alternativas más cómodas. Hay carreteras por todas partes, buenas aunque no demasiado –nada de autopistas, gracias a Dios- y un servico de aerotaxi que lo transporta a uno a los lugares más remotos de forma rápida y pintoresca.

Por lo que a mí personalmente se refiere, fue una alegría descubrir que a pesar de todo lo que le había pasado a Islandia y a mí desde mi primera visita, los sentimientos que me despertaba eran los mismos. En los sueños de mi infancia Islandia era una tierra sagrada; cuando, a la edad de veintinueve años, la vi por primera vez, la realidad confirmó mi sueño; a los cincuenta y siete seguía siendo tierra sagrada, y poseía la luz más mágica del mundo. Ni siquiera la modernidad parece haber cambiado el carácter de sus habitantes, que continúan formando la única sociedad no clasista que he conocido, y no se han vulgarizado, al menos no todavía.

Volver a leer un libro escrito hace media vida ha sido una experiencia extraña, y no acierto a imaginar lo que un lector por debajo de los treinta años pensará de él. Aunque fue escrito en un espíritu de <<vacaciones>>, sus autores fueron siempre conscientes del horizonte amenazador de su picnic: el desempleo generalizado, el poder creciente de Hitler y una guerra mundial cada vez más inevitable. Incluso el prólogo a esa guerra, la guerra civil española, estalló mientras nos encontrábamos allí.

Hoy, Louis MacNeice, quien escribió la mitad de este libro, y mi padre, a quien fue dedicado, están muertos; los niños con los que viajamos alrededor del Lanjökul son padres y maridos, y muchos de los <<destinatarios>> de nuestras cartas se han convertido en personajes públicos (…).

En cuanto a los méritos del libro, si es que los tiene, no estoy en situación de juzgarlos; pero los tres meses pasados en Islandia sobre los cuales se basa figuran en mi memoria entre los más felices de mi vida, la cual ha sido, hasta ahora, extrañamente feliz, y me sentiré satisfecho si algo de esa felicidad se transmite a través de estas páginas.”

Mientras le damos vueltas a la posibilidad de leer el libro y hacer una visita a Islandia, un vídeo del cantante islandés Asgeir Trausti:



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