jueves, 10 de diciembre de 2015

Yule Lads, la navidad llega a Islandia

En estos tiempos en que las tradiciones de distintas culturas se mezclan y desdibujan, la navidad islandesa sorprende con una serie de personajes que nunca han salido de allí, divertidos y provocadores. 

Fuera de Islandia, los Yule Lads son muy poco conocidos. Se trata de 13 hermanos, todos varones, que visitan a los niños y niñas las 13 noches anteriores a la Navidad. Si las criaturas se han portado bien, los Yule Lads pueden dejar un regalo, si no dejarán patatas podridas. Para recibir algún regalo hay que poner un zapato en la ventana, a poder ser con algo de comer para los sufridos visitantes. 

Los Yule Lads componen una disfuncional familia de trolls. Su madre es la bruja Gryla y el padre es un tipo perezoso llamado Leppalúđi. El último miembro de la familia es un gato pulgoso llamado Tiddles o Christmas Cat, que se come a los niños si se le presenta la oportunidad. 

Los Yule Lads viven en una cueva oscura y húmeda en las montañas de Islandia y Gryla solo les deja salir cuando se acerca la Navidad. Cada noche solo puede salir uno a emprender el largo y peligroso viaje bajo la nieve en la oscuridad invernal. Para ayudarles a recobrar fuerzas y poder así volver hasta la cueva, los niños dejan algo de comer junto al zapato. 

Los trece hermanos, aunque nacieron la misma noche hace cientos de años, han desarrollado rasgos y caracteres muy distintos.

El 12 de diciembre es el día de Stekkjarstaur, pastor de ovejas. Es el primero que nació y se nota, porque ya está mayor y necesita mucho tiempo para hacer el viaje. Se le considera el preferido de Gryla.

Giljagaur llega la noche del 13 de diciembre. Es el más alto y fuerte de los Lads, eso le permite atravesar veloz precipicios y barrancos, y a ello hace referencia su nombre. Quiere a su gato, y si no fuera por él Gryla ya lo habría metido en la cazuela.

El más encantador de los hermanos es Stúfur, que llega la noche del 14. Es el más bajito, de talla humana, por lo que sus hermanos se meten con él, pero cuando Gryla se enfada es el que se esconde con más facilidad. Por si la nieve lo entierra, viaja con una pala.



Como un niño pequeño, Pvorörusleikir siempre está chupándose el dedo. Esto enfada a Gryla, que le da unos buenos pescozones. El objeto preferido de Pvorörusleikir son las cucharas de madera. Pero cuando el 15 de diciembre se acerca a las casas agradece cualquier cuchara, grande o pequeña, mucho más si lleva chocolate.


Gryla tiene que trabajar mucho para mantener alimentados a sus trece hijos, y a veces la cazuela está medio vacía. Pero tras la cena, Potassleikir, con su larga y habilidosa lengua siempre encuentra algo que rebañar. Aunque en sus visitas del 16 de diciembre agradece cualquier cosa para comer, no hay nada que le guste más que una cazuela para chupar.

El día 17 le toca a Askasleikir. Su nombre hace referencia a un tradicional cuenco islandés de madera con una tapa unida por bisagras llamado Askur, que se utilizaba para conservar alimentos calientes. En sus visitas, le gusta que le dejen en la ventana un askur con skyr, un producto lácteo típico de Islandia elaborado a base de yogur. Es un tipo tranquilo y feliz, sobre todo cuando sale de la cueva.

El día 18 es el turno de Hurđaskellir, cuyo nombre quiere decir algo así como amo de llaves. Es un percusionista frustrado. Cuando de pequeño descubrió las puertas de la cueva, se dio cuenta de cuánto le interesaba el ruido que podía hacer con ellas, cerrándolas con fuerza o haciendo chirriar las bisagras. Gryla decidió que prefería aguantar las corrientes de la cueva que soportar tanto ruido, así que ya no tienen puertas. 

Skyrgámur suele andar despistado por lo que el día 19, que es cuando él llega, nadie está seguro de si recibirá algo en su zapato. Como su nombre indica, le gusta el skyr, pero hecho a la manera tradicional. En realidad, todo le gusta más como se hacía antes.

El día 20 de diciembre llega BjúgnakrÆkir, que quiere decir ladrón de salchichas. Por lo visto, Gryla a menudo prepara salchichas y, por lo que se dice, saben a rayos. Sus hijos se las comen, porque no hay otra cosa en la cazuela y porque ¡cualquiera discute con Gryla! Desde la primera vez que BjúgnakrÆkir probó salchichas hechas por humanos, espera encontrarse ristras en los zapatos.

GluggagÆgir disfruta el 21 de diciembre mirando por las ventanas de las casas en las ciudades que visita. Le maravilla el colorido y el brillo de las luces navideñas. Algo por otra parte normal, siendo que él vive 11 meses al año en una cueva de piedra gris iluminada solo por velas. Se le considera un poco artista.

Gáttaþefur, ha desarrollado un agudo sentido del olfato, muy útil para encontrar algo de comer en las esquinas de la oscura cueva en la que vive. El olor de los asados y de los dulces navideños le guía el día 22 de diciembre para llegar a las casas. Pero esto tiene su lado negativo, no soporta los malos olores, así que más vale no dejar ese día los calcetines sucios en la habitación …

Ketkrókur llega el 23 de diciembre. Tiene una gancho que en otros tiempos utilizaba para tirar a través de las chimeneas de los jamones colgados para el ahumado. Es un carnívoro empedernido desde que era niño. Nació muy pequeño y parecía que no crecía, así que Gryla lo atiborraba de carne. Hoy es un tipo muy grande, con una risa escandalosa.

Por fin, el día 24 es el de Kertasníkir. Le encantan las velas, … sobre todo para comérselas. Hace muchos años se dio cuenta de que las velas ya no se fabrican con sebo, pero por si acaso a veces muerde y deja la marca de sus dientes en las que le dejan en las ventanas junto al zapato. No es que las velas fueran especialmente sabrosas, pero después de recorrer las montañas, la grasa animal podía ser un manjar.

Aunque Gryla tiene un carácter endiablado, cuando sus hijos regresan el 6 de enero les está esperando con una buena comida, preparada para celebrar el feliz retorno de sus hijos. Es el momento en que la cueva se parece más a un hogar.

El papel original de los Yule Lads era asustar a los niños, unos ogros muy útiles cuando los adultos trataban de imponerse. Pero más miedo daba Gryla, por su horrible carácter y porque le gusta comerse a los niños.

En 1746 las autoridades islandesas emitieron un decreto para prohibir a los padres asustar a los niños con monstruos y demonios, entre los que están nuestros trolls y sus padres.

Ya fuera debido a este decreto o alguna otra cosa, la fama de los Yule Lads fue mejorando y aunque seguían siendo unos pícaros, dejaron de ser una amenaza. En el siglo XX, influenciados por sus colegas de otras latitudes, pasaron de ser unos ladronzuelos a ser benévolos con los niños hasta el punto de poner regalos en sus zapatos. 

En alguna ocasión se les puede ver vestidos de rojo, en la línea de personajes navideños de otras latitudes.

Acabamos con un vídeo de Björk y una canción de la navidad islandesa:



(Elaborado por Adela Olascoaga)

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